El sujeto tenía un tapado largo y se lo vio entrar a la iglesia muy nervioso y alterado. Sin proferir palabra alguna a nadie solo se dirigió al confesionario. Ahí estaba el padre Alberto, el mas paciente y benevolo de los sacerdotes de esa congregacion.
- Ave Maria Purísima...
- Sin pecado concebida. Padre perdóneme porque he pecado.
- Tranquilizate hijo, Dios lo perdona todo...
- Yo no tengo perdón de Dios padre, yo no tengo redención alguna, lo que he hecho es muy grave...
- Nada es imperdonable para nuestro señor. Dime hijo... ¿que has hecho?
- Mi familia está muy mal padre. Mis pequeños están enfermos con la peste y mi mujer no puede hacer mas que cuidarlos. A mi me han echado de mi trabajo hace dos dias y aun no se lo he dicho a mi esposa. En estos dos dias he salido a robar padre, robé para poder alimentar a mis hijos.
-El pecado que me confiesas no parece ser tan grave, solo debes devolver lo robado y venir a pedir ayuda a la iglesia. Tenemos lugar aqui para los refugiados de la peste y con el alimento podremos arreglarnos de una forma u otra...
- No es tan fácil padre. Recién acabo de robar a una anciana. No tengo perdon de Dios!!!
- Debes buscarla y devolverle sus cosas hijo...
- Ya no puedo padre, la anciana se resistió al asalto y empezó a gritar pidiendo ayuda. Y los nervios me dominaron y solo pude reaccionar violentamente. Oh!! Padre!!! Tuve que ahorcarla con mis propias manos para que se callara. Soy un asesino padre...
- Tus pecados son graves hijo, es justo que sufras y desesperes en pánico. Pero, por qué vienes a ampararte en la iglesia??? Acaso no te das cuenta que es mi deber llamar a la policia???
- Lo sé padre, lo sé, pero es que al ver la cartera de la anciana estaba vacía, salvo por unas estampitas de unos santos y un rosario de perlas sentí que era una señal y que debía corregir mi vida, limpiar mis pecados, salvar mi alma...
El cura se quedó callado unos segundos, pensativo, muy triste y dolido por lo que este hombre le acavaba de contar.
- Hijo, debes salir de aqui de forma tranquila, ve a tu casa y no salgas. Mañana ven a verme y juntos iremos a la comisaría del pueblo a aclarar lo sucedido. Yo intercederé por ti frente al juez.
- GRACIAS PADRE!!! Ha redimido mi alma!!! Muchas gracias!!! Ha renovado mi fe, a partir de ahora seré un hombre nuevo para el rebaño de Dios!!!
- Yo te absuelvo en nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo...
- Amén.
El hombre del sobretodo salió de la casilla de la confesión y caminó tranquilamente hasta salir de la iglesia. Salió y dio la vuelta para ir a su casa cuando se encontró con que el sacerdote que lo había confesado lo estaba esperando.
- Padre!! Ha olvidado decirme algo???
El sacerdote se acercó rápidamente y le estrelló un palo en la cabeza que había agarrado antes de encontrarse con su confesado. Ya inconciente por el golpe el ladrón fue arrastrado por el sacerdote hasta un cuarto que la iglesia tenía donde guadaban los elementos de limpieza, escobas, baldes, etc. Ahí el cura tomó una cuerda de las que usaban para fabricar las velas y rodeó el cuello del inconciente muchacho. Apretó muy fuerte el nudo unos minutos hasta asegurarse que el joven haya muerto. Cuando expiró su último aliento el representante de Dios en la Tierra revisó los bolsillos del tapado del muchacho y tomó las estampitas y el rosario de perlas.
Al día siguiente todos se preguntaban que había pasado con el padre Alberto ya que había desaparecido antes que nadie pudiese avisarle sobre la muerte de su madre. Tampoco fue visto en el funeral de su anciana progenitora ni en su entierro. Tampoco supieron que fue lo acontecido cuando, motivados por hallar la fuente de aquel hedor y olor putrefacto, abrieron el armario del cuarto de limpieza y un cuerpo muerto cayó al piso delante de sus ojos.
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1 comentario:
wwowww, nada mas que wwwwowwww, esta muy bueno cris, toy anonadada
besos
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