Alguna vez,
quizás en un sueño,
todos visitamos este pueblo.
Un pueblo donde siempre es de noche,
donde abunda el dolor, la angustia y el reproche.
Oscuridad cerrada y sin estrellas.
Solo una luna gigante, redonda,
que con su luz ilumina las almas.
Por momentos es demasiada la calma,
el silencio y la quietud.
Por momentos solo se escuchan gritos,
cosas rompiéndose, golpes, gemidos.
No hay vida, no hay muerte.
Solo eternidad.
Cuervos y gatos
son ángeles de la guarda
de cada alma que cumple su condena,
de cada lágrima de pena,
de cada sonrisa (disfraz de tristeza).
Ya no existe sangre por derramar,
solo existe tiempo para pensar.
Tengamos cuidado si un cartel nos dice:
"Bienvenidos a La Encrucijada,
la ciudad de las almas condenadas"
porque alguna vez,
quizás en una pesadilla,
Todos conocimos este pueblo...
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